Mr. John ya no es libre!

Mr. John se dispuso a comer de aquel plato apetitoso, con clase, con una presentación glam, tenia rico aroma, buena textura, y colores maravillosos. Aquel plato estaba hecho especialmente para el como si el chef pensara en el al momento de cocinar. Lo probo, lo degusto y se enamoro, se enamoro de el por que tenia los ingredientes justos, la sal precisa, el aroma perfecto. Así comenzó a cenar todos los días en el mismo lugar, en la misma mesa, en la misma silla, al fondo donde nadie molestaba con su paso, al lado del balcón, al frente del acuario, el mismo plato exquisito, el mismo aroma de los dioses… así día tras día llegaba a la hora de siempre. Una tarde sintió que su vida ya no era la misma, ese plato exquisito ya no sabia igual, los aromas ya no tenían ningún efecto en sus sentidos, sus sabores ya no le parecían perfectos, su textura comenzó a producirle nauseas, pero aun así no podía dejar de ir, no podía escapar de ese plato, que le fue quitando oportunidades, que lo fue limitando en su búsqueda culinaria. Aquel plato perfecto, ya no lo era, lo privo de los demás, del postre, de los sabores simples.